lunes, 31 de enero de 2011

Convenios: porqué no ser más papista que el Papa

Cuantas veces hemos oído en nuestro trabajo hablar de los convenios en distintos usos y siempre bajo el mismo interés (el de la empresa, claro). Hoy vamos a darle otro contenido, o el mismo quizá , pero desde su vertiente real.
Me gustaría aclarar que un convenio no es una veleta, no gira según creamos oportuno. En él se expresan los derechos y deberes (sí, también deberes) que empresa y trabajadores deben asumir en la relación laboral.
Darle un uso inadecuado a un convenio colectivo, o decidir aplicarlo o no según se ajuste a nuestros intereses además de ser un error, puede significar una privación de derechos, a los que el estatuto de los trabajadores da cabida y reconoce como válidos.
Por ello, y sin retractarme de todo esto, quiero recordar que el convenio no vincula unilateralmente al empresario, es un vínculo de doble sentido, es decir, para que su aplicación sea correcta no puede medirse por el rasero de la empresa y sus visicitudes (que ahora no son pocas claro está) pero tampoco por el del trabajador que reclame sus derechos, pero no le importe dejar a un lado sus obligaciones. Por supuesto no estoy generalizando, pero todos sabemos del típico compañero que se sabe perfectamente los pluses, complementos salariales, importe de horas extra, etc... 
Acabo aclarando a todos los que sois trabajadores que los convenios colectivos son de obligado cumplimiento, considerándose su contenido como mínimo legal (en todo lo referido a cuestiones salariales) o máximo (jornada laboral). Espero que todo esto demuestre la realidad de este asunto, un convenio aplicado correctamente beneficia tanto a trabajadores como a empresarios.

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